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RECIAMUC VOL. 8 Nº 2 (2024)
Introducción
Las sustancias psicoactivas son compues-
tos que afectan el sistema nervioso, alte-
rando pensamientos, emociones y com-
portamientos. Su uso puede ser recreativo,
farmacológico o general, y existen regula-
ciones para su control. Algunas sustancias,
como la cocaína, son ilícitas excepto para
usos médicos o de investigación. El uso de
estas sustancias conlleva riesgos a corto
plazo, como intoxicación y conductas peli-
grosas, y a largo plazo, como la dependen-
cia, que es un trastorno crónico que afecta
la salud y el funcionamiento social (1).
Los trastornos por uso de drogas imponen
una carga significativa a individuos y comu-
nidades, causando dependencia, discapa-
cidad y problemas de salud crónicos. Es-
tos problemas son prevenibles y tratables
mediante evaluaciones e intervenciones
tempranas. Las consecuencias de la de-
pendencia son más severas en países de
ingresos bajos y medios, donde el acceso
a la atención de salud es limitado. El daño
por uso de sustancias toxicas depende de
la sustancia, el consumidor y el contexto
social. Existen intervenciones efectivas ba-
sadas en evidencia científica que pueden
reducir el uso y sus impactos, enfocadas en
la prevención, el tratamiento y la recupera-
ción, garantizando el acceso y los derechos
humanos, especialmente para los grupos
más vulnerables (1).
El consumo de sustancias en adolescentes
va desde la experimentación hasta trastor-
nos graves, siempre con riesgos a corto
plazo como accidentes y sobredosis, y a
largo plazo como trastornos de salud men-
tal y adicciones. Los adolescentes buscan
emociones y asumen riesgos, lo que facilita
el consumo, siendo el alcohol la sustancia
más usada, seguido de la nicotina y el can-
nabis. Las encuestas en EE. UU. muestran
que, aunque el consumo ha disminuido en
algunas áreas, la disponibilidad de sustan-
cias más potentes y adictivas ha aumenta-
do. La pandemia de COVID-19 redujo la ini-
GOROZABEL ALARCÓN, J. M., DELGADO GOROZABEL, C. J., & ACOSTA CASTRO, F. E.
ciación en el consumo, pero incrementó el
abuso en quienes ya consumían. La influen-
cia de los padres es crucial para prevenir
el consumo. Los cigarrillos electrónicos y el
cannabis vaporizado han ganado populari-
dad, mientras que el uso de otras sustan-
cias como opioides recetados y alucinóge-
nos es menos frecuente pero presente. La
experimentación temprana puede llevar a
desarrollar trastornos por consumo de sus-
tancias (2)
El consumo de drogas depende no sólo de
los tipos de drogas que consumen las muje-
res embarazadas, sino también de los fac-
tores de riesgo que promueven el consumo
de drogas, incluidos los problemas familia-
res y personales, la violencia doméstica, las
privaciones económicas y el entorno social.
El uso de sustancias psicotrópicas ha existi-
do a lo largo de la historia de la humanidad,
pero en la actualidad, existe una tendencia
al aumento del consumo de sustancias psi-
cotrópicas entre la población, de manera
particular en la población de mujeres em-
barazadas (3).
El abuso de drogas durante el embarazo
compromete al feto, ya que las sustancias
atraviesan la placenta y se acumulan debi-
do a sus propiedades hidrosolubles, lipofíli-
cas y de bajo peso molecular. El transporte
placentario de sustancias se establece al-
rededor de la quinta semana de vida em-
brionaria. Las drogas pueden afectar direc-
tamente al embrión antes de la formación
de la placenta y casi todas las sustancias
de abuso cruzan la placenta, exponiendo al
feto a concentraciones iguales o superiores
a las de la madre (4).
El desarrollo del sistema nervioso del feto es
complejo y cualquier alteración en los fac-
tores genéticos, metabólicos, nutricionales
maternos y fetales puede causar graves alte-
raciones cerebrales. El embarazo en mujeres
adictas es de alto riesgo, con complicacio-
nes como retraso en el crecimiento intraute-
rino, aborto, muerte fetal, prematurez, hiper-
tensión, síndrome de abstinencia neonatal